Los salones de jueguitos electrónicos siguen convocando a todas las edades para pasar la tarde jugando frente a la pantalla, ya sea en máquinas históricas como el PacMan o en los más modernos simuladores. La vigencia de la interacción con las fichas de metal a pesar de las consolas.
Las luces iluminan el rostro lampiño, que refleja la tensión del preadolescente, y pronto se le dibuja una sonrisa al ganarle unos segundos más de juego por la destreza con los comandos de la maquinita. La escena se multiplica, no solo en las caras adolescentes, sino también en las de algunos “cuarentones” que rememoran viejos tiempos.
Aún en la era de las consolas de juegos y hasta de realidad virtual, los históricos “fichines” siguen tan vigentes como en los `80. En muchos de estos salones de juegos electrónicos, que cuentan con atracciones destinadas tanto a bebés como a mayores, se modernizaron y utilizan tarjetas que se van cargando para ser utilizadas en las máquinas, a un costo que va desde los $7 hasta los $40.
Desde hace 47 años en Mar del Plata, Sacoa es sinónimo de juegos electrónicos para toda la familia, con distintos sectores en los que se expanden los más chicos con los funcionales delfines o autitos, los juegos de mesa como el pool, el tejo y el minI bowling y los demandados electrónicos, cuya estrella este verano son los simuladores 4D.
Interacción
“Esta temporada la novedad es el samba, que lo instalamos en noviembre, y el cine 4D, donde se proyecta un minifilme y sentís los efectos como el viento en la cara”, explicó una de las encargadas del local central, Isabel.
A las infaltables maquinitas, que incluyen a clásicos como el PacMan o los simuladores de las competencias de fórmula 1, se sumaron numerosas variedades de juegos y cuentan hasta con un minihipódromo en el que los caballos avanzan en la carrera a distinta velocidad (trote, corrida) de acuerdo a dónde haya caído la bola arrojada por el jugador.
“Los juegos siguen vigentes porque interactuás, tenes premios al poder canjear los puntos que sumaste al jugar y es un entorno familiar. Acá venís con un grupo de amigos, si querés, y hay propuestas para todos”, explicaron Daiana y Natalia Mochkovsky, la nueva generación que se desempeña en la empresa familiar.
Supersónicos
En la planta alta del Paseo Aldrey funciona Playland Park, espacio donde el juego más requerido es “el Starwars, un simulador de la guerra de las galaxias, y también funciona muy bien la máquina de los peluches. A veces juegan más los padres que los chicos”, explicó Lara, una de las encargadas.
El local abre todos los días, de 10 a 1, y en promedio el acceso a los juegos promedia entre los $16 y $30.
Otro simulador demandado es el de “Jurassic Park o la carrera de autos pero en el Batimovil”, con una estadía promedio de “entre hora y media o dos, dependiendo de los juegos que utilicen”, detalló la encargada.
Ian se divierte en el paseo en auto ante la atenta mirada de su madre Gaby, que llegó junto a su marido Mauricio y su otro hijo Bastian a pasar sus vacaciones desde Santiago del Estero.
“Es el debut de él en los jueguitos -contó la madre- y la verdad es que parece que le gusta”.
Vintage
Carolina y Alejandra, de 15 años, que llegaron con su familia desde San Andrés de Giles también pisaban por primera
vez el salón de juegos.
“Está buenísimo”, confesaron al unísono y contaron que el presupuesto para pasar la tarde calcularon que el gasto iba ascender a “$250”.
La estética de los `80 domina el local de Entre Ríos y Belgrano, dónde la banda de sonido la emiten las múltiples máquinas que funcionan con fichas que cuestan cada una $3. También hay pool.
“Para subsistir lo principal es ser propietario del local y tener un buen mecánico que reviva las máquinas”, detalló Marcelo, encargado de The King, que a su entender “es uno de los pocos espacios que quedan así, originales de los `80”.
Además de los Flippers, PacMan, Tetris y Mortal Combat, en el espacio vintage reinan las máquinas denominadas “cascada”, donde pueden llegar a caer cantidad de fichas de metal que permitirán seguir jugando por mucho tiempo más.
Como si el tiempo se hubiese detenido en la época de “Volver al Futuro”, los “fichines” les dan pelea a los juegos modernos.